El Suizo Roger Federer (2º) no viene mostrando el nivel superlativo que lo catapultó a ser el hombre a vencer desde el año 2003 hasta el reciente 2008. En la última temporada perdió el trono del número uno del ranking ante el español Rafael Nadal (1º), quién le arrebató semejante privilegio tras vencerle en la final de Wimbledon, y comenzó a sucumbir ante jugadores que, hace tan sólo un año, no podrían haberle ganado ni un set, tal es el caso de Ivo Karlovic (26º), James Blake (10º), Radek Stepanek (23º) y Mardy Fish (24º).
En este aún juvenil 2009 el helvético busca recuperar todo lo perdido en el "fatídico" 2008. Por eso se trasladó hasta Kooyong, Melbourne, Australia, dónde ya está haciendo de las suyas. En su primer cotejo estuvo muy efectivo y no tuvo problemas ante el español Carlos Moyá a quien venció por 6/2 y 6/3. En su segundo salto al court central en suelo oceánico el ex número uno del mundo trabajó más de la cuenta para abatir a otro español, Fernando Verdasco (15º) por 6/3 3/6 y 7/6 (7/5).
Este último resultado demuestra que, si bien sigue ganando, Federer no es tan contundente como antes. También hay que agregar que los jugadores que deben enfrentarlo cada vez se sienten más sueltos y le han perdido ese "miedo" que siempre carcomía por dentro a todo aquel que estuviera compartiendo un escenario con el gran Roger.
Muchos aseguran que Federer está terminado y que está muy cerca del retiro. Otros creen que es simplemente un bajón del cual se va a recuperar. Otra hipótesis, menos creible y que se desprende, seguramente, de la catarsis de algún fanático, es que el suizo le está dejando una brecha a sus inmediatos perseguidores para hacer más interesante el circuito. Todas son opiniones que pueden ajustarse a la realidad.
Roger Federer ha tenido momentos mejores. Logró ser número uno del mundo, ya no lo es. Logró ganar tres Grand Slams en un temporada, en 2008 ganó tan sólo uno. Derrotaba a todo aquel que tuviera en frente, ya no es tan así. Sin embargo, ¿se puede llamar fracaso a un número dos del mundo?, ¿ganar un Grand Slam en una temporada es sinónimo de un mal año?, ¿se puede hablar de retito cuando aún se está peleando con los mejores del planeta, elite a la cual, indiscutiblemente, Roger Federer pertenece?. Preguntas que tienen una respuesta corta y concisa, pero que obviaremos ya que se cae de maduro.
Roger Federer nos acostumbró al disfrute pleno de su juego y al exitismo. Cada punto lo jugaba con una varita y no con una raqueta, y, creanlo, aún lo hace pero no con la misma displicencia. No se puede estar en la cima eternamente. Siempre hay recambio y es necesario y perfecto que así ocurra. Si el suizo recupera el número uno del mundo será otro logro en su carrera. El número uno lo llevará por siempre a dónde vaya, ya sea desde la actividad plena o el exilio, ese privilegio no lo abandonará jamas.
No es fanatismo ni alabanza, es la realidad. Federer fue, es y será uno de los mejores de la historia, porque la historia lo llamó y él no escatimó en contestarle con hombría, educación, fantasías, títulos y un pincel que usó para escribir su nombre en la lista de los grandes nombres de tenis mundial.
(Foto: Roger Federer)
jueves, 15 de enero de 2009
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